«FREDA» ES UNA OBRA PARA NO DEJAR PASAR PORQUE LOS MITOS NO MUEREN. ÚLTIMAS FUNCIONES EN OCTUBRE
Los clásicos por algo lo son, porque los mitos sobreviven a los años, los siglos y los milenios, quizás porque la escencia del ser humano no ha cambiado tanto. “Freda, fragmentos y ficciones” es de Guillermo Heras, bajo dirección Fernando Rodríguez Compare. Se realiza en la Asociación de Estudiantes y Profesionales Católicos, allí en Bvar Artigas 1327.
Diversos autores han partido del mito de Freda dando origen a distintas versiones, pero que tienen un común denominador: el amor avasallante, irrealizable e imposible de callar que siente una mujer por su hijastro.
Eurípides escribió su “Hipólito” en la Grecia del 428 AC. En una sociedad donde la mujer vivía en la sumisión del hogar, pasando prácticamente desapercibida, la figura de Fedra resulta desconcertante: dominada por la pasión por su hijastro, es a la vez dueña de una dignidad y de un sentido del honor que la llevan a la venganza.
No obstante, no es ella el asunto capital del drama sino la perdición de Hipólito, amigo de la diosa Artemisa, debido a la cólera de Afrodita contra él. Las tradiciones mitológicas le sirvieron al autor de telón de fondo para producir situaciones que representaban la moral y las pasiones de su época. Eurípides se sirvió del mito para poder representar a los hombres de su tiempo con sus afectos apasionados y su exaltación moral.
Guillermo Heras escribe su obra “Fedra, fragmentos y ficciones” en el marco atemporal de verosimilitud psicológica de las historias míticas, cuyas implicaciones son de carácter universal, el autor se propone ejemplificar a través de este mito, la concepción psicológica y moral de un tiempo, el de la época del Peronismo en la Argentina de fines de los años 40 del siglo XX, pero que podría haber sido cualquier otro tiempo.
En un monólogo inicial dice Fedra: “¿Cómo se enreda una mosca en una tela de araña? No es fácil tomar decisiones”.
Cada época tiene su propio sistema de géneros que está en relación con la ideología dominante. Una sociedad elige y codifica los actos que están más próximos a su ideología. Los griegos consideraban que la locura era causada por los dioses. Pero en la actualidad, la connotación no se relaciona en absoluto con lo divino, sino que tiene que ver con un estado de alteración de la personalidad. La locura entonces se mezcla con la sexualidad, y pasan a ser los ejes de la obra.
Eurípides con su Freda hace un análisis de su amor en tres ámbitos: el personal, donde nota la herencia incestuosa de su estirpe; el social, que le muestra la imposibilidad de manifestar una pasión extramatrimonial e incestuosa; y el divino, que advierte que una fuerza superior está obrando en ella un destino al que no puede escapar.
Fedra, aunque transgresora, prefiere la muerte a la deshonra.
Las dos obras parten del mismo mito, las diferencias entre ambas protagonistas son notorias, pero coinciden en un amor desmesurado que su poseedora no puede controlar. La Fedra de Eurípides aparece con una dignidad superior, pero con un amor vengativo que no duda en inculpar a un inocente. La Fedra de Heras olvida su dignidad, pero posee un amor que la enajena y que la lleva a eliminar a “lo que más amaba” como una forma de castigarse por haberse atrevido a traspasar la frontera de lo permitido.
Esta puesta en escena apunta al melodrama, aunque sin perder su esencia trágica. Una cercanía con el radioteatro se puede sentir en esta obra. Pasan los siglos y la pasión de Fedra sigue impactando a los lectores de todo el mundo.
El elenco está formado por: Alessandra Moncalvo, Sergio Luján, Juan Diego Eirea, Rosa Simonelli, Ricardo Perdomo, Gianinna Urrutia, Micaela Clavell
Las funciones son en la Asociación de Estudiantes y Profesionales Católicos – Br. Artigas 1327, y quedan sólo las funciones del 12 y 13, del 19 y 20, 25 y 26 de octubre, sábados a las 21 horas y los domingos a las 19.30 horas. Las entradas se adquieren exclusivamente a través de ACCESOFACI